Primer Aniversario de D. Trump en la Casa Blanca y el dilema del Partido Demócrata.
Nunca antes en la historia reciente de Estados Unidos, el mundo entero estuvo atento y expectante a los primeros doce meses de un Presidente de este país. Si controversial y casi inesperada fue la victoria de Trump en noviembre de 2016, no ha dejado de serlo cada mes de su presidencia marcada por su no ortodoxa forma de gobernar que ha sacado más de una chispa y críticas no ya de sus oponentes políticos sino también de algunos dentro de su propio partido. Estos primeros doce meses marcaron una línea bien clara de la posición mas que conservadora del Presidente en diferentes temas internos y por supuesto en su política exterior y por las cuales muy poca gente en este mundo considera que hay razones suficientes como para celebrar su primer aniversario en la Casa Blanca.
Una tras otra, todas las decisiones tomadas por su antecesor Barack Obama, han sido eliminadas por Trump o cambiadas parcialmente, muchas veces considero yo por propia egolatría y no por que fuesen realmente necesarias cambiarlas y esto ha sido un síntoma muy claro del total conservadurismo del actual presidente. A diestra y siniestra ha lanzado zarpazos demoledores con quien ose cuestionar sus decisiones u opiniones, incluidos en esto la Prensa, Gobiernos extranjeros, Líderes políticos, Empresarios. Para los demócratas ha sido un dolor de cabeza y es ya una batalla perdida el tratar de sacar a Trump de la Casa Blanca, han intentado de todo y ello ha provocado una división demasiada profunda entre los dos bandos sobre todo en cuestiones ideológicas y de principios, en cuestiones económicas y en la visión de cómo debe guiarse al país. Temas tan importantes como la inmigración, el cambio climático, el racismo, la igualdad social, los impuestos, el aborto, entre otros han sido el caldo de cultivo para interminables discusiones, criticas, golpes bajos, insultos como nunca antes habíamos presenciado incluso dentro del propio Congreso, pero sobre todo en los medios de comunicación masivos o en las redes sociales. Para muchos y en esencia la política de Donald Trump está encaminada con su filosofía conservadora a hacer a América Grande de nuevo, eliminando todo aquello que hoy en día la ve como un lastre para su objetivo, aquellas cosas que de verdad hicieron a este país grandioso en épocas pasadas sobre todo después de la segunda guerra mundial. El tema es que para lograr eso debe cambiar mucho las cosas que se lograron por ejemplo en la lucha por los derechos civiles, los programas sociales como el Medicaid que permitieron cierta equidad y posibilidades reales para amplios sectores sociales por muchas décadas discriminados por cuestiones de raza o carencia de poder económico. El tema racial no ha sido resuelto en este país y hay que decirlo muy claramente y sin temor, subyace un racismo generacional en algunos sectores y en estados donde la mayoría de sus habitantes son de raza blanca, que han resurgido con la llegada de Trump y sus dudosas opiniones sobre este tema que al no ser claro y contundente contra actos de racismo ha dado pie al resurgimiento de este, lo cual es lo más peligroso que una sociedad pueda enfrentar. Sobre inmigración pasa lo mismo, es bien claro la intención de frenar la llegada de inmigrantes no blancos al país, llámense latinos, o asiáticos o africanos o de países de religiones no cristianas.
La construcción de un muro fronterizo con México que se ha politizado demasiado, pero que todo el mundo entiende que es necesario por cuestiones de seguridad, se ha convertido en el eje y en unos de los pilares de la administración actual y todo trato con los Demócratas sobre inmigración debe incluirlo y he aquí uno de los dilemas de ese partido que se ha visto acorralado más de una vez tratando de justificar el no al muro sin explicar sus razones y a la vez tratar de quedar bien con los amplios sectores pro inmigrantes, incluyendo los Dreamers. A mi modo de ver el Partido Demócrata se muestra reacio a aceptar la construcción o reparación del muro fronterizo más por llevarle la contraria a Trump que por de verdad creer que no es necesario. Si el Presidente se sale con la suya y obtiene los fondos para ello, los demócratas verían anotarse un gran punto a Trump de cara a las elecciones del 2020 y esto es algo que les pudiera costar otra derrota. No perdamos de vista que al final es una lucha ideológica y que el drama a nivel de calle y de familias pasa a un segundo término. Dilema para los demócratas es aun que están reacios a aceptar su derrota electoral con Hillary Clinton como candidata, han perdido el foco en este sentido y aun culpan a los rusos por ello lo cual puede haber sido y ya está casi demostrado de cierta influencia de aquellos en las elecciones pasadas, pero en buena medida la derrota fue por responsabilidades propias, incluso como lo ha reconocido la propia Hillary. Este estado de buscar culpables por todos lados está llevando al Partido Demócrata a un estancamiento muy negativo incluido el hecho de que como consecuencia de todo ello carezcan al día de hoy de un claro líder. Sin un líder no hay candidatura, no hay una clara visión de lo que se quiere, de crear un plan a presentar al país como opción real que interese y atraiga a aquellas amplias masas de cualquier raza y religión que no han votado por Trump o que se han desencantado de el como ya demuestran las encuestas. No olvidemos que el nivel de aprobación del actual presidente en su primer aniversario ha sido el más bajo en la historia y por ello los demócratas no deben perder el tiempo y ponerse a trabajar a armar una nueva directiva con ideas claras y apoyando a un candidato que pueda en solo tres años desafiar con inteligencia al que de seguro va a ser el candidato del Partido Republicano por propia egolatría no porque al final de su primer término veamos avances reales en las cuestiones que de verdad interesan a los ciudadanos.
Francisco Perello Dorticos