La participación política de la mujer
Por: Fernando Campaña Otero y María Acosta Vargas
Durante las últimas décadas, la participación de la mujer en los espacios políticos ha logrado gran empoderamiento, particularmente en países radicales con ideologías políticas que no han considerado enfoques de género o países marcados por ciertos aspectos religiosos. Por otro lado, se ha evidenciado que existen países que destinan un porcentaje considerable de su presupuesto para la educación, sin embargo, las políticas de género implementadas por estos no han sido lo suficientemente inclusivas como para dar lugar a un empoderamiento de las mujeres. Para muchos, el nivel de educación es un factor determinante en lograr una mayor inclusión de las mujeres en la vida política y laboral; sin embargo, en la mayoría de casos se ha demostrado que muchos países con elevados niveles de educación, han experimentado un escaso o nulo liderazgo femenino en el ámbito político-laboral.
El muy reconocido activista pakistaní Malala Yousafzai argumentó que “un niño, un maestro, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo”. Las palabras de Malala han servido de inspiración globalmente y ello se ha visto reflejado en el crecimiento e interés de las mujeres en la arena política. Por ejemplo, en los Estados Unidos se consideró al año 2018 como el “año de las mujeres” por la gran participación de la mujer en la vida política y laboral de este país durante ese año. Pese a ello, y pese a ser un país que destina un considerable presupuesto al sistema educativo, la participación de la mujer en la vida política de los Estados Unidos no ha sido lo suficientemente relevante.
Paradójicamente, en otros países con índices de educación muy bajos como Ruanda y otros países africanos, de acuerdo a las Naciones Unidas, este posee la más alta representatividad de mujeres en sus Parlamentos con más del 64%, lo cual indica que el liderazgo de las mujeres cumple un rol importante en la consolidación del Estado y un referente en materia de igualdad en ese país.
En el caso de América Latina, si bien durante los últimos años han existido avances sustanciales a nivel normativo, aún existen grandes inequidades en materia de género. Por ejemplo, cerca del 90% de países de la región han logrado implementar mecanismos de inclusión y de acción afirmativa para incrementar la participación de las mujeres en el ámbito político, sin embargo, pese a ello, y pese a ubicarse en el segundo lugar a nivel mundial, su representatividad en promedio no llega ni a la tercera parte. Tan solo 5 de los 18 países Latinoamericanos han logrado superar este promedio tendiendo hacia la paridad, Costa Rica, Bolivia, Ecuador, México y Nicaragua.
Si bien las inequidades persisten, estas no solamente han sido exclusivas de los puestos de elección popular, las brechas de inequidad también lo han sido en los propios partidos políticos, en las organizaciones y asociaciones comunitarias que constituyen un punto primordial y una plataforma que propicia una mayor participación efectiva en los diferentes espacios de toma de decisión.
Quizá el rol de las mujeres en el ámbito del desarrollo ha sido uno de los aspectos más debatidos y analizados en la actualidad, sin duda, el aporte de las mujeres al mejoramiento de las condiciones sociales, económicas y políticas ha sido de trascendental importancia. Por ende, la participación política y su liderazgo es y será un elemento fundamental para fomentar el desarrollo, fortalecer la democracia y la gobernabilidad de los pueblos.