INFORME ESPECIAL BICENTENARIO
Como el Virrey De la Serna logró ser capturado en la batalla de Ayacucho en 1824
“Para escapar se cubría con un poncho y tenía espuelas de plata”.
Roberto J. Bustamante
En la conmemoración del Bicentenario de la batalla de Ayacucho que selló la independencia de América del Sur, todavía se pretende minimizar o ignorar algunos episodios de la guerra, como es la fuga y captura del jefe supremo español en pleno combate.
El 9 de diciembre de 1824, cuando las fuerzas realistas fueron arrinconadas por las fuerzas del Ejército Unido libertador en la batalla de Ayacucho, el poderoso Virrey José De la Serna el más alto jefe en comando, trató de fugarse en plena ofensiva, sin embargo, logró ser capturado con vida por el humilde Sargento colombiano Pantaleón Barahona.
Para ocultar su uniforme se cubrió con un poncho oscuro ,pero no pudo evitar ser reconocido al llevar sus espuelas de plata, según testimonios nunca antes difundidos en la prensa internacional.
Este episodio de la fallida fuga y la captura del Virrey De la Serna, jefe supremo español durante la última y sangrienta batalla que selló la independencia de América del Sur, fue revelado muchos años después por el autodidacta peruano Juan Basilio Cortegana (1801-1877), publicado en uno de los 5 tomos de la Biblioteca Nacional del Perú-Fundación BBVA.(2023).
Reveladora carta de agosto de 1847.
Cortegana, quien fue combatiente y testigo en las campañas libertadoras de Junín y Ayacucho, con el grado de Teniente Coronel de las fuerzas patriotas, narró en uno de los trece tomos escritos a mano, el desarrollo de las luchas emancipadoras. En esta documentación se incluye una carta (31 de agosto de 1847) del sargento Barahona (1792-1856), acerca de uno de los episodios del incidente registrado con el Virrey De La Serna en el mismo escenario de la batalla final.
Pantaleón Barahona, perteneció al batallón Voltígeros y se atribuye no sólo ser el autor de la captura del Virrey sino también haberle salvado la vida al evitar su muerte con una bayoneta.
El ejército patriota, liderado por el general Antonio José de Sucre al remitir el parte oficial de la batalla al Libertador (Bolívar) , no hace referencia a tan notable suceso”, subrayó Cortegana.
En esta decisiva batalla, el Virrey, tenía 54 años de edad. Su grado militar era de Mariscal de Campo. Había sido veterano de la guerra de España contra Napoleón y fue condecorado varias veces por su desempeño militar. Murió a los 62, en Cádiz en 1832.
Describimos a continuación la versión del Sargento Barahona recogido por el estudioso Cortegana:
“Pude reconocerlo, era el mismo Virrey”.
-“Después de haber tomado una parte la altura (del cerro Condorcunca), encontramos a varios hombres que parecían lugareños (sin uniforme). En medio de los gritos de nuestra tropa, el estrépito de los tiros y la confusión de los que huían, me ocupé de ver la cara de cada uno de ellos porque los tenía muy cerca. Pude reconocerlo inmediatamente. Era el mismo Virrey (La Serna) con todo su cuartel general”. El jefe español, se cubría con un poncho oscuro”.
“-Allí está el Virrey, tómenlo, dije en voz alta”.
-Luego, el Virrey La Serna decidió escapar por un sendero del cerro que estaba a su lado derecho. Traté de darle alcance pero unos arbustos no me lo permitieron. Entonces, agarré mi fusil y le hice un tiro. El Virrey eludió el disparo y cayó a tierra enredado en sus espuelas. Corrí tras él y lo encontré sentado. Lo vi cansado como que me pedía ayudarlo”.
Lo salva de morir de una estocada.
La astucia y la reacción veloz del sargento Barahona, impidió que el Virrey fuera ejecutado con la bayoneta de otro soldado que iba dirigida a su pecho.
“-Casi al instante de darle ayuda, pasaba una partida de guerrillas con sus bayonetas colocadas en sus fusiles.
-“Un soldado de Huaraz, le lanzó al Virrey un bayonetazo y si en ese instante yo no logro obstruir con mi fusil, lo hubiera matado. Sin embargo, la punta de la bayoneta le hirió en la oreja derecha y corrió su sangre que le manchó el poncho que llevaba puesto.
-“me han sacado sangre de mi cuerpo, acábenme de matar», gritó el virrey.
-“Se negó a seguir caminando cuesta abajo, entonces llamé a cuatro de los cazadores y les dije:“lleven a este señor y fusílenlo”. El Virrey cambió de opinión y empezó a caminar…
-“Luego le conseguí un caballo de uno de los soldados realistas de los Húsares que había muerto. “Vea usted señor hasta donde han conducido a sus soldados”, enunció Barahona dirigiéndose al Virrey. Le ayudé a montar el caballo y llegamos al pie del cerro. Allí me encontré con el general Córdova quien me dijo: “Sargento vuelva usted a su compañía”. Mi respuesta fue: “mi general, he tomado preso al Virrey y quiero llevarlo al general en jefe Sucre”.
– “Ya lo conozco a usted, y le ofrezco hacer dar una gratificación por el gobierno”, replicó el general Córdova”. Barahona, a pesar de recibir felicitaciones del general Córdoba, no mereció el ascenso a la clase inmediata superior, subrayó Cortegana.
Un Virrey con prendas lujosas.
Barahona, se fijó en la lujosa vestimenta que llevaba puesta el virrey al momento de fugarse vestido de paisano. Estaba cubierto con un poncho de seda color café, espuelas de plata; su espada con puño de oro; dos relojes de oro con diamantes; llevaba entre sus prendas un cruce de medallas de sus condecoraciones. “Nada le quité, tampoco me regaló”.
Finalmente, Barahona, contó que estando en Bolivia, un año después de la batalla de Ayacucho, el general Sucre le recompensó con 1,500 pesos “como una demostración a mi sagacidad y comportamiento con el virrey”.
Barahona, víctima de la ingratitud y olvido
El escritor Cortegana, hizo una reflexión al finalizar de escribir este episodio relacionado con la actuación del valeroso militar colombiano:
.-“¿Quién hubiera dicho a Barahona el 9 de diciembre de 1824, que era el héroe del representante del Rey de España, que sus últimos momentos los había de concluir en un hospital y en absoluta miseria, perseguido, olvidado y despreciado de esos gobiernos a quienes cooperó en Ayacucho de tal manera a erigirlos? Si él hubiera hecho semejante servicio a la causa contraria él hubiera sido conde o marqués como lo hubiera sido Moyano. Véase la diferencia que hay entre la gratitud de un tirano y la que acostumbran los republicanos”.
Pantaleón Barahona, volvió a Colombia en 1827, y años después retornó a Lima. En 1856, falleció pobre y olvidado en una cama del entonces hospital de San Andrés. Es interesante anotar un video difundido en las redes sociales acerca de la captura del último Virrey, en diciembre de 2020, por el estudioso Angel Bartra Gonzalez.